El estudio "Etnodesarrollo, Tierra y Vida: una alternativa a la crisis alimentaria y energética", elaborado por los investigadores Heber Araujo, Natalie Alem, Klartje Brys y Pablo Regalsky, busca dar apoyo al etnodesarrollo en las comunidades andinas, a partir de una visión crítica de lo que denomina desarrollismo vigente.
"El desarrollo basado en una concepción dinámica y abierta de los derechos humanos requiere una revisión a fondo de los múltiples usos que el término ha tenido para los pueblos indígenas", según el documento.
Para los investigadores, el desarrollo significa sobre todo la satisfacción de las necesidades humanas largamente denegadas y la equidad en la distribución de los recursos y de los beneficios del crecimiento, por lo que encarar la problemática del desarrollo desde esta perspectiva ha llevado a conceptos tales como autodesarrollo y etnodesarrollo, o desarrollo con identidad, que ahora están siendo promovidos por algunos gobiernos, agencias multilaterales y organizaciones no gubernamentales.
Pese a que el término etnodesarrollo ha sido utilizado de manera sesgada, indica, vale la pena mantenerlo como la señal de que se busca una forma de vida que desarrolle culturas en diálogo con la naturaleza. "El etnodesarrollo, al contrario del modelo civilizatorio del occidente, no consiste en imponer una forma de vivir y producir a nadie, sino el derecho de cada pueblo a establecer su propio modelo cultural de desarrollo, ampliar potencialidades, madurar y vivir mejor y de forma cada vez más equilibrada, dentro de la sociedad, y entre la sociedad y la naturaleza misma", sostiene el informe.
El tema central del trabajo se fundamenta en la tierra, para mostrar el problema de la expansión de la sociedad urbana en el caso global y en Bolivia en particular, viendo cómo los cambios en la relación campo-ciudad afectan a una relación equilibrada y en retroalimentación entre un ambiente urbano exclusivamente humano y el resto de la naturaleza de la cual depende la vida.
"La problemática de la tierra lleva a su vez a encarar el tema de la energía. La tierra bajo la energía animal, incluyendo la humana. La palabra que se transforma en energía animal, incluyendo la humana. La palabra cultura se origina del proceso de trabajo, el uso de la energía urbana –la relación específicamente humana con la naturaleza– de donde resulta la domesticación y producción de las plantas y animales que se transforman en nuestro alimento. Hay distintas formas cómo producir y usar esa energía para reproducirnos", señala el documento.
Según el estudio, la expansión urbana y el avance de la mercantilización de la tierra es un problema en el país, pues en pocos años, el paisaje de Bolivia se ha transformado.
Según el censo 2001, el 62,4% de la población reside en zonas urbanas. Esto significa un crecimiento urbano del 50% en relación al censo de 1976, cuando el 58% de la población vivía en el campo.
Partiendo de los dos temas tierra y energía, el equipo encaró con mayor detalle el análisis de las formas culturales en las comunidades rurales andinas con las cuales CENDA trabajó. La problemática de la ecología política andina y cómo esa forma de relación con la naturaleza adquiere un carácter político, es también analizado.
De la dinámica de relacionamiento entre la comunidad, Estado y mercado, según el trabajo, se fundamenta la identidad indígena originaria, el tema de la ubicación de la comunidad indígena en relación al Estado y la nación y la problemática del derecho individual y el derecho colectivo.
Enlace: http://www.jornadanet.com/n.php?a=68370-1
"El desarrollo basado en una concepción dinámica y abierta de los derechos humanos requiere una revisión a fondo de los múltiples usos que el término ha tenido para los pueblos indígenas", según el documento.
Para los investigadores, el desarrollo significa sobre todo la satisfacción de las necesidades humanas largamente denegadas y la equidad en la distribución de los recursos y de los beneficios del crecimiento, por lo que encarar la problemática del desarrollo desde esta perspectiva ha llevado a conceptos tales como autodesarrollo y etnodesarrollo, o desarrollo con identidad, que ahora están siendo promovidos por algunos gobiernos, agencias multilaterales y organizaciones no gubernamentales.
Pese a que el término etnodesarrollo ha sido utilizado de manera sesgada, indica, vale la pena mantenerlo como la señal de que se busca una forma de vida que desarrolle culturas en diálogo con la naturaleza. "El etnodesarrollo, al contrario del modelo civilizatorio del occidente, no consiste en imponer una forma de vivir y producir a nadie, sino el derecho de cada pueblo a establecer su propio modelo cultural de desarrollo, ampliar potencialidades, madurar y vivir mejor y de forma cada vez más equilibrada, dentro de la sociedad, y entre la sociedad y la naturaleza misma", sostiene el informe.
El tema central del trabajo se fundamenta en la tierra, para mostrar el problema de la expansión de la sociedad urbana en el caso global y en Bolivia en particular, viendo cómo los cambios en la relación campo-ciudad afectan a una relación equilibrada y en retroalimentación entre un ambiente urbano exclusivamente humano y el resto de la naturaleza de la cual depende la vida.
"La problemática de la tierra lleva a su vez a encarar el tema de la energía. La tierra bajo la energía animal, incluyendo la humana. La palabra que se transforma en energía animal, incluyendo la humana. La palabra cultura se origina del proceso de trabajo, el uso de la energía urbana –la relación específicamente humana con la naturaleza– de donde resulta la domesticación y producción de las plantas y animales que se transforman en nuestro alimento. Hay distintas formas cómo producir y usar esa energía para reproducirnos", señala el documento.
Según el estudio, la expansión urbana y el avance de la mercantilización de la tierra es un problema en el país, pues en pocos años, el paisaje de Bolivia se ha transformado.
Según el censo 2001, el 62,4% de la población reside en zonas urbanas. Esto significa un crecimiento urbano del 50% en relación al censo de 1976, cuando el 58% de la población vivía en el campo.
Partiendo de los dos temas tierra y energía, el equipo encaró con mayor detalle el análisis de las formas culturales en las comunidades rurales andinas con las cuales CENDA trabajó. La problemática de la ecología política andina y cómo esa forma de relación con la naturaleza adquiere un carácter político, es también analizado.
De la dinámica de relacionamiento entre la comunidad, Estado y mercado, según el trabajo, se fundamenta la identidad indígena originaria, el tema de la ubicación de la comunidad indígena en relación al Estado y la nación y la problemática del derecho individual y el derecho colectivo.
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