El Programa de la Naciones Unidas para el Medio Ambiente alerta sobre el rumbo que está tomando América Latina y el Caribe en referencia a lo ambiental.La sustentabilidad ambiental en la encrucijada es un acucioso informe preparado por el director regional del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), Ricardo Sánchez Sosa, y por el investigador Enrique Provencio.
Ambos hacen una evaluación de los avances y las crisis, así como las recomendaciones, para enmendar el rumbo en lo ambiental en miras a un mejor futuro en nuestra región.
ECONOMÍA Y AMBIENTE
Para ambos expertos, desde 2003, la región ha registrado un ciclo expansivo, con un desempeño económico positivo y de mejores condiciones macroeconómicas, aunque no en todos los casos van de la mano del desarrollo sostenible.
Pero, aclaran, desde mediados de 2008, la región se está enfrentando a una perspectiva de desaceleración, a una posible recesión mundial y a presiones inflacionarias que ponen en riesgo los avances en la reducción de pobreza y mejoría de los indicadores sociales.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, los precios elevados se sostendrán durante al menos 10 años al menos en los países más pobres, radicalizando una situación preocupante.
Ese escenario lo corrobora el Banco Mundial, que anuncia que el precio de los alimentos provoca que “las personas pobres sean hoy más pobres”.
El hecho es que el abismo entre pobreza y riqueza con mayor repercusión en áreas rurales se va agravando.
“Las causas de la actual situación alimentaria también son la progresiva degradación de suelos, la agricultura excesivamente tecnificada y ecológicamente ineficiente, la vulnerabilidad al cambio climático, la cantidad y calidad del agua disponible para riego, y los sistemas comerciales concentrados y desiguales”, dice el texto.
MÁS PROBLEMAS
Otras crisis nos presentan varios frentes de acciones a tomar. La inestabilidad financiera, los precios altísimos del petróleo, el incremento del costo de los alimentos, la falta de diversidad energética, el avance de los desarrollos urbanísticos, el incremento de las exportaciones y el aumento de la población llevan a impactar los ecosistemas que purifican la atmósfera y producen agua.
Según Sánchez y Provencio, “en ésta década la región perdió más de 4.7 millones de hectáreas anuales de bosques contra 4.5 perdidas en la década anterior. 65 de cada 100 hectáreas de bosques que desaparecen en el mundo están en América Latina y el Caribe”.
Esta realidad es dada por el cambio de uso de suelos incentivado por las tentaciones de las exportaciones de productos agrícolas y ganaderos.
La fabricación de biocombustibles a partir de soja, caña o maíz, además de la creciente cultura carnívora, llevan urgentemente a marcar la cancha del continente, es decir, ordenar racionalmente lo que nos queda para poder dejar algo en pie para el mañana.
Leyendo el informe del Pnuma ya no quedan dudas de que se requiere un mayor compromiso con la conservación de los paisajes naturales, con la búsqueda de nuevas alternativas energéticas, biocombustibles descentralizados, y un uso sustentable de América Latina. Debemos trabajar en busca de un desarrollo que no comprometa los recursos naturales de nuestros hijos a futuro.
QUÉ HACER
Muchas y urgentes serían las acciones a tomar, como aplicar medidas económicas que inhiban los daños a los recursos y políticas de desarrollo sustentable; generación de nuevas fuentes de riqueza, de exportaciones y de empleo para su desarrollo económico ambientalmente limpio.
También explorar nuevos productos de exportación agroalimentarios; privilegiar la protección de ecosistemas, evitar la deforestación como una alternativa para acceder a mercados de carbono y pagos por servicios ambientales.
En conclusión, ambos investigadores afirman que “el costo de la inacción sería muy elevado, no solo en términos de daños ecológicos, sino también de equidad social”.
La conservación de la naturaleza y una Latinoamérica más justa nos lleva a reflexionar y establecer un modelo de desarrollo económico más amigable con nuestro entorno.
A estas alturas del artículo se preguntará ¿qué puedo hacer yo? Al reducir nuestra carrera en el consumo desmedido de recursos, aplacando nuestra cultura del deseo y ansia material, podremos acceder a un planeta a salvo, una “casa” más limpia, más segura, con mucha más armonía social y en paz.
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