
Sin la asistencia de la biotecnología y los alimentos transgénicos que con ella se producen, desde el año 1980, la crisis mundial sería mayor, afirmó el gerente general del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Gary Rodríguez, al comenzar un diálogo en la mesa de redacción de La Prensa.
Con el ejecutivo, tres investigadores en biotecnología, producción de alimentos y comercio se sumaron a una animada conversación sobre este método nuevo de producción que multiplica el rendimiento de la tierra y hace más resistentes a los cereales frente a las plagas, además de que absorben menos agua en su crecimiento, entre otras ventajas.
El presidente de la compañía CropLife Latin America, el uruguayo Carlos Buzio; el consultor brasileño de la empresa Céleres, Jorge Attie, y el vicepresidente de la Asociación de Proveedores de Insumos Agropecuarios (APIA), el argentino Alejandro Duarte, están en La Paz para exponer propuestas orientadas a mejorar la producción agrícola.
El Foro sobre Seguridad Alimentaria y Biotecnología auspiciado por la Asociación de Proveedores de Insumos Agropecuarios (APIA) y el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), que se realiza hoy, los reúne en La Paz para explicar las ventajas de la producción con la asistencia de la ciencia.
A los 30 años del inicio de la producción masiva de alimentos transgénicos, la conclusión es simple: nadie resultó afectado por consumirlos, dijo Rodríguez. Buzio, un ejecutivo que representa a ocho compañías internacionales, recuerda que el camino recorrido fue difícil porque debió vencer “seudoobjetivos” del cuidado del medio ambiente para oponerse a la biotecnología en los alimentos. El experto es partidario de un buen equilibrio entre el cuidado de la naturaleza y la urgente producción agrícola para reducir el hambre.
Considera necesario un aporte de políticas estatales que en lugar de aplicar rigurosos sistemas regulatorios otorguen incentivos para invertir y reconozcan derechos de propiedad intelectual.
En Brasil transcurrieron ocho años de trámites para comenzar a producir alimentos transgénicos, “y la gente comprobó que no producen efectos en el organismo”, agregó Attie. Bolivia tiene muchas ventajas para ingresar en este terreno, pero requiere de una legislación que permita esta forma de producción, comentó. Duarte encontró en las humaredas que cubren el cielo de Santa Cruz estos días un exceso de los agricultores por ampliar el uso de tierras, cuando la biotecnología ofrece la posibilidad de obtener altos rendimientos en menores espacios de cultivo. También se sorprendió porque en Bolivia se cuestiona los alimentos transgénicos pero se aplica una política de importación de maíz producido con el concurso de la ciencia.
Las voces de los expertos para dejar el temor a la ciencia
Gary Rodríguez
“Bolivia puede tener una sana producción de alimentos con la asistencia de la biotecnología”, comentó el gerente general del Instituto Boliviano del Comercio Exterior (IBCE), Gary Rodríguez. Ante el riesgo de un colapso, agregó, las políticas públicas “deben impulsar el buen uso de la tierra, la calidad de la mano de obra y el conocimiento”.
Carlos Buzio
“El rechazo a la biotecnología es una reacción típica que se asemeja a las épocas cuando se cuestionaba la pasteurización de alimentos”, ejemplificó el experto de CropLife Latin America Carlos Buzio. “Son temores naturales” de la gente, pero termina aceptando los productos que tienen “ventajas para atender la demanda de alimentos”.
Jorge Attie
El consultor brasileño de Céleres, Jorge Attie, explicó que la producción de alimentos transgénicos desemboca en ahorros de diversa índole y en beneficios para los consumidores: “Se emplea menor cantidad de agua en la agricultura, se reduce el consumo de diésel y, por tanto, las emisiones de carbono también disminuyen”.
Alejandro Duarte
“La biotecnología es un tema de competitividad”, opinó el vicepresidente de la Asociación de Proveedores de Insumos Agropecuarios (APIA), Alejando Duarte. “El costo de producción de una tonelada de soya baja de 550 a 300 dólares y con ese ahorro se logra alimento barato y permite la cría de animales de granja a bajo costo”.
Enlace : http://www.laprensa.com.bo/noticias/13-10-2010/noticias/13-10-2010_5451.php
Con el ejecutivo, tres investigadores en biotecnología, producción de alimentos y comercio se sumaron a una animada conversación sobre este método nuevo de producción que multiplica el rendimiento de la tierra y hace más resistentes a los cereales frente a las plagas, además de que absorben menos agua en su crecimiento, entre otras ventajas.
El presidente de la compañía CropLife Latin America, el uruguayo Carlos Buzio; el consultor brasileño de la empresa Céleres, Jorge Attie, y el vicepresidente de la Asociación de Proveedores de Insumos Agropecuarios (APIA), el argentino Alejandro Duarte, están en La Paz para exponer propuestas orientadas a mejorar la producción agrícola.
El Foro sobre Seguridad Alimentaria y Biotecnología auspiciado por la Asociación de Proveedores de Insumos Agropecuarios (APIA) y el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), que se realiza hoy, los reúne en La Paz para explicar las ventajas de la producción con la asistencia de la ciencia.
A los 30 años del inicio de la producción masiva de alimentos transgénicos, la conclusión es simple: nadie resultó afectado por consumirlos, dijo Rodríguez. Buzio, un ejecutivo que representa a ocho compañías internacionales, recuerda que el camino recorrido fue difícil porque debió vencer “seudoobjetivos” del cuidado del medio ambiente para oponerse a la biotecnología en los alimentos. El experto es partidario de un buen equilibrio entre el cuidado de la naturaleza y la urgente producción agrícola para reducir el hambre.
Considera necesario un aporte de políticas estatales que en lugar de aplicar rigurosos sistemas regulatorios otorguen incentivos para invertir y reconozcan derechos de propiedad intelectual.
En Brasil transcurrieron ocho años de trámites para comenzar a producir alimentos transgénicos, “y la gente comprobó que no producen efectos en el organismo”, agregó Attie. Bolivia tiene muchas ventajas para ingresar en este terreno, pero requiere de una legislación que permita esta forma de producción, comentó. Duarte encontró en las humaredas que cubren el cielo de Santa Cruz estos días un exceso de los agricultores por ampliar el uso de tierras, cuando la biotecnología ofrece la posibilidad de obtener altos rendimientos en menores espacios de cultivo. También se sorprendió porque en Bolivia se cuestiona los alimentos transgénicos pero se aplica una política de importación de maíz producido con el concurso de la ciencia.
Las voces de los expertos para dejar el temor a la ciencia
Gary Rodríguez
“Bolivia puede tener una sana producción de alimentos con la asistencia de la biotecnología”, comentó el gerente general del Instituto Boliviano del Comercio Exterior (IBCE), Gary Rodríguez. Ante el riesgo de un colapso, agregó, las políticas públicas “deben impulsar el buen uso de la tierra, la calidad de la mano de obra y el conocimiento”.
Carlos Buzio
“El rechazo a la biotecnología es una reacción típica que se asemeja a las épocas cuando se cuestionaba la pasteurización de alimentos”, ejemplificó el experto de CropLife Latin America Carlos Buzio. “Son temores naturales” de la gente, pero termina aceptando los productos que tienen “ventajas para atender la demanda de alimentos”.
Jorge Attie
El consultor brasileño de Céleres, Jorge Attie, explicó que la producción de alimentos transgénicos desemboca en ahorros de diversa índole y en beneficios para los consumidores: “Se emplea menor cantidad de agua en la agricultura, se reduce el consumo de diésel y, por tanto, las emisiones de carbono también disminuyen”.
Alejandro Duarte
“La biotecnología es un tema de competitividad”, opinó el vicepresidente de la Asociación de Proveedores de Insumos Agropecuarios (APIA), Alejando Duarte. “El costo de producción de una tonelada de soya baja de 550 a 300 dólares y con ese ahorro se logra alimento barato y permite la cría de animales de granja a bajo costo”.
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