— De principio, ¿qué es la Responsabilidad Social Empresarial y cómo llega a Bolivia?
— Con un movimiento global que conecta muchas empresas bolivianas con lo que pasa en el mundo; (esas empresas) se dieron cuenta de que era necesario tomar un rol más activo en la sociedad y empiezan a estructurar departamentos en los que dedican parte de su personal a organizar actividades de beneficencia. Todas las empresas en Bolivia por costumbre son auspiciadoras o patrocinadoras y siempre participan en eventos sociales de todo nivel; es ahí cuando nace la idea de la RSE.
— Pero ustedes reivindican la ‘Empresa Social’ como algo mejor que la ‘Responsabilidad Social Empresarial’ (RSE).
— La Responsabilidad Social Empresarial siempre se identifica como una regla de conducta, un departamento operativo, de la entidad que decide dedicar parte de su actividad al trabajo social, pero no cambia el paradigma con el que fue creada, es decir, generar utilidades. La RSE sigue siendo una manera de que las empresas se porten bien y contribuyan a la sociedad. La Empresa Social, en cambio, reúne a varias personas que detectan un problema social y deciden armar una empresa en base a una red productiva; éstas usan básicamente el mecanismo de una empresa normal para atender un problema social. Varios de esos problemas, (por lo común de salud y educación) a veces no se pueden atender mediante una empresa, porque necesitan donaciones; pero todo lo que es productivo o tiene que ver con el ingreso laboral, se puede ejecutar mediante una Empresa Social.
— ¿Cómo ejecuta su labor?
— Existe un viejo dicho: si le das a alguien un pez, come por un día; si le das la caña y le enseñas a pescar puede sobrevivir. Nosotros no le damos la caña ni le enseñamos a pescar, (sino más bien) les estructuramos su pesca y cómo vender sus pescados, para generar de esa manera sus ingresos y cubrir sus necesidades básicas.
— ¿Así nace Takechuima, que sería, según usted, la primera Empresa Social en Bolivia?
— Sí. Nace hace un año como un combo: como una Sociedad de Responsabilidad Limitada (SRL) que tiene una estructura empresarial normal. Ésta produce sus prendas de alpaca y las comercializa en una tienda en San Miguel y el resto se exporta. El dueño de esta empresa es la Asociación sin fines de lucro Takechuima, que está dedicada a promover la artesanía y la actividad económica, (de este modo) brinda un trabajo estable a sus miembros. La organización tiene sus estatutos e invierte todo el dinero que gana en el trabajo social; como tal, posee todas las acciones de la empresa y las utilidades son distribuidas de acuerdo con el trabajo que realizan.
— ¿Cómo pasaron a ser una “Empresa Social”?
— Primero hicimos la empresa para poder operar con varios socios que aportaron con cuotas equitativas y firmaron documentos de transferencia de su aporte a la Asociación. Estos documentos se inscribieron en Fundempresa y se eligió un directorio para llevar a delante todas las actividades. Takechuima se funda sobre la experiencia de una anterior empresa, Waliki, que contaba con personas que trabajaban muchos años en ella; éstos entendieron la idea de trabajar por un bien social y accedieron a formar parte de la nueva empresa social.
— ¿Con qué mano de obra e insumos trabajan?
— Necesitamos lana y usamos cuatro hilanderías, dos de Bolivia y dos del Perú; pero procuramos que la fibra sea cien por ciento boliviana para que todo el proceso se haga en el país. La mano de obra son artesanos de La Paz.
— ¿Cuánto y qué se produce?
— Hacemos chompas, chalinas y gorros y producimos artesanalmente, alrededor de unas cinco mil prendas cada mes.
— ¿Dónde las venden?
— En la Quinta Avenida de Nueva York (sonríe), vendemos el 99% en Norteamérica, en tiendas de lujo; el resto se vende en nuestra tienda de San Miguel.
— ¿Cuánto de utilidades genera esta producción y cómo distribuyen sus ganancias?
— El ingreso de la venta llega en un cien por ciento. En las empresas sociales, los dividendos no se distribuyen entre los socios, la utilidad neta va a la Asociación que, por estatutos, tiene que crear reservas y ocuparse de que crezca la organización. La utilidad es invertida en la compra de material y en profesores para las instituciones que capacitan artesanos. La utilidad retorna a estructuras laborales más estables y legales.
— ¿Qué falta en nuestro país para que existan más empresas sociales?
—Apoyo espiritual (...); vaya a cualquier cuarto curso de colegio y la mayoría de los jóvenes sólo quiere su internet y vive en el ‘no importismo’. Pero hay algunos que quieren superarse y hacer algo diferente; éstos intentarán cumplir su sueño, pero el mundo empresarial les exige requisitos, muchas veces imposibles de cumplir. Medio año después, el mismo joven está desalentado después de haberlo intentado. Más allá de darles ideas de cómo hacer planes de negocios, le demostramos a través de experiencias de vida que sí se puede. Es un trabajo que hacemos en colegios y universidades
Enlace : http://www.la-razon.com/version_fi.php?ArticleId=699&EditionId=2536&ids=7
— Con un movimiento global que conecta muchas empresas bolivianas con lo que pasa en el mundo; (esas empresas) se dieron cuenta de que era necesario tomar un rol más activo en la sociedad y empiezan a estructurar departamentos en los que dedican parte de su personal a organizar actividades de beneficencia. Todas las empresas en Bolivia por costumbre son auspiciadoras o patrocinadoras y siempre participan en eventos sociales de todo nivel; es ahí cuando nace la idea de la RSE.
— Pero ustedes reivindican la ‘Empresa Social’ como algo mejor que la ‘Responsabilidad Social Empresarial’ (RSE).
— La Responsabilidad Social Empresarial siempre se identifica como una regla de conducta, un departamento operativo, de la entidad que decide dedicar parte de su actividad al trabajo social, pero no cambia el paradigma con el que fue creada, es decir, generar utilidades. La RSE sigue siendo una manera de que las empresas se porten bien y contribuyan a la sociedad. La Empresa Social, en cambio, reúne a varias personas que detectan un problema social y deciden armar una empresa en base a una red productiva; éstas usan básicamente el mecanismo de una empresa normal para atender un problema social. Varios de esos problemas, (por lo común de salud y educación) a veces no se pueden atender mediante una empresa, porque necesitan donaciones; pero todo lo que es productivo o tiene que ver con el ingreso laboral, se puede ejecutar mediante una Empresa Social.
— ¿Cómo ejecuta su labor?
— Existe un viejo dicho: si le das a alguien un pez, come por un día; si le das la caña y le enseñas a pescar puede sobrevivir. Nosotros no le damos la caña ni le enseñamos a pescar, (sino más bien) les estructuramos su pesca y cómo vender sus pescados, para generar de esa manera sus ingresos y cubrir sus necesidades básicas.
— ¿Así nace Takechuima, que sería, según usted, la primera Empresa Social en Bolivia?
— Sí. Nace hace un año como un combo: como una Sociedad de Responsabilidad Limitada (SRL) que tiene una estructura empresarial normal. Ésta produce sus prendas de alpaca y las comercializa en una tienda en San Miguel y el resto se exporta. El dueño de esta empresa es la Asociación sin fines de lucro Takechuima, que está dedicada a promover la artesanía y la actividad económica, (de este modo) brinda un trabajo estable a sus miembros. La organización tiene sus estatutos e invierte todo el dinero que gana en el trabajo social; como tal, posee todas las acciones de la empresa y las utilidades son distribuidas de acuerdo con el trabajo que realizan.
— ¿Cómo pasaron a ser una “Empresa Social”?
— Primero hicimos la empresa para poder operar con varios socios que aportaron con cuotas equitativas y firmaron documentos de transferencia de su aporte a la Asociación. Estos documentos se inscribieron en Fundempresa y se eligió un directorio para llevar a delante todas las actividades. Takechuima se funda sobre la experiencia de una anterior empresa, Waliki, que contaba con personas que trabajaban muchos años en ella; éstos entendieron la idea de trabajar por un bien social y accedieron a formar parte de la nueva empresa social.
— ¿Con qué mano de obra e insumos trabajan?
— Necesitamos lana y usamos cuatro hilanderías, dos de Bolivia y dos del Perú; pero procuramos que la fibra sea cien por ciento boliviana para que todo el proceso se haga en el país. La mano de obra son artesanos de La Paz.
— ¿Cuánto y qué se produce?
— Hacemos chompas, chalinas y gorros y producimos artesanalmente, alrededor de unas cinco mil prendas cada mes.
— ¿Dónde las venden?
— En la Quinta Avenida de Nueva York (sonríe), vendemos el 99% en Norteamérica, en tiendas de lujo; el resto se vende en nuestra tienda de San Miguel.
— ¿Cuánto de utilidades genera esta producción y cómo distribuyen sus ganancias?
— El ingreso de la venta llega en un cien por ciento. En las empresas sociales, los dividendos no se distribuyen entre los socios, la utilidad neta va a la Asociación que, por estatutos, tiene que crear reservas y ocuparse de que crezca la organización. La utilidad es invertida en la compra de material y en profesores para las instituciones que capacitan artesanos. La utilidad retorna a estructuras laborales más estables y legales.
— ¿Qué falta en nuestro país para que existan más empresas sociales?
—Apoyo espiritual (...); vaya a cualquier cuarto curso de colegio y la mayoría de los jóvenes sólo quiere su internet y vive en el ‘no importismo’. Pero hay algunos que quieren superarse y hacer algo diferente; éstos intentarán cumplir su sueño, pero el mundo empresarial les exige requisitos, muchas veces imposibles de cumplir. Medio año después, el mismo joven está desalentado después de haberlo intentado. Más allá de darles ideas de cómo hacer planes de negocios, le demostramos a través de experiencias de vida que sí se puede. Es un trabajo que hacemos en colegios y universidades
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