miércoles, 24 de septiembre de 2008

Zoellick propone “garantizar el desarrollo” para ayudar a los pobres a escapar de la trampa del conflicto

Mil millones de personas viven en Estados frágiles, donde las tasas de pobreza ascienden, en promedio, al 54%
GINEBRA, 12 de septiembre. El presidente del Grupo del Banco Mundial Robert B. Zoellick propuso hoy un nuevo enfoque hacia los Estados frágiles centrado en “garantizar el desarrollo” para ayudar a mil millones de pobres a escapar del ciclo de gobiernos ineficientes, pobreza persistente y guerra civil.

En un discurso pronunciado ante una conferencia internacional de autoridades normativas y funcionarios de la esfera de seguridad, Zoellick señaló que es preciso realizar una revisión general del enfoque multilateral para afrontar los desafíos actuales, propios de esta era, relacionados con los Estados frágiles.

“Los Estados frágiles plantean el desafío de desarrollo más difícil de nuestra era”, manifestó Zoellick al pronunciar el discurso principal de la conferencia organizada por el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos con motivo de cumplirse 50 años de su creación. “Los soldados y quienes trabajan en la esfera de la asistencia deben cooperar para ayudar a los habitantes de estos países a dejar de ser víctimas para convertirse en los principales agentes de la recuperación. Sin esta cooperación, los esfuerzos por salvar a los Estados frágiles probablemente no tendrán éxito, y todos pagaremos las consecuencias”.

“[…] Estas situaciones requieren una labor más amplia que el mero análisis del desarrollo; es preciso abordar un marco diferente que permita consolidar la seguridad, la legitimidad, la gestión de gobierno y la economía. No se trata de la seguridad o el desarrollo como estos términos se definen habitualmente. Ni tampoco se refiere a lo que hemos dado en llamar consolidación o mantenimiento de la paz” señaló Zoellick. “La cuestión es garantizar el desarrollo; ello implica promover la seguridad y el desarrollo de manera conjunta, primero para suavizar la transición del conflicto a la paz, y luego para incorporar estabilidad, de manera tal que el desarrollo perdure durante un decenio y más aún. Las raíces de las medidas que adoptemos alcanzarán la profundidad suficiente para quebrar el ciclo de fragilidad y violencia, únicamente si logramos garantizar el desarrollo”.

Zoellick señaló que el Grupo del Banco Mundial destinó más de US$3.000 millones a Estados frágiles o países afectados por conflictos y, en ese contexto, describió muchos de los desafíos que afrontan los Estados. Además, se refirió brevemente a diez esferas que merecen especial atención, a saber: la consolidación de la legitimidad de los Estados y el ordenamiento jurídico; el fortalecimiento de la seguridad; el protagonismo local y nacional; la estabilidad económica y un sector privado robusto; la economía política; la coordinación entre las instituciones y los actores; el contexto regional y la necesidad de asumir compromisos a largo plazo.

Zoellick propuso integrar más adecuadamente los instrumentos militares, políticos, jurídicos, financieros, técnicos y de desarrollo con un amplio espectro de actores, desde Estados hasta organizaciones internacionales y desde la sociedad civil hasta el sector privado.

El Grupo del Banco Mundial estima que mil millones de personas, entre ellas 340 millones que padecen pobreza extrema, viven en Estados frágiles. Zoellick señaló que en estos países se registra alrededor de un tercio de las muertes causadas por el VIH/SIDA en países pobres, y tienen su hogar un tercio de las personas que carecen de acceso a agua potable así como un tercio de los niños que no completan el ciclo de educación primaria. En promedio, las tasas de pobreza de los Estados frágiles ascienden al 54%, en comparación con el 22% en otros países de ingreso bajo.

Zoellick afirmó que el desmoronamiento de los Estados produce “olas de peligro” que se propagan por sus respectivas regiones y, en última instancia, por el mundo, sembrando enfermedades, delitos y terrorismo, y causando el éxodo de personas desesperadas. Y agregó: “como el mundo fue testigo, hizo ayer siete años, los Estados que se desmoronan pueden convertirse en el eslabón más débil de la cadena de seguridad mundial si en ellos se infiltran terroristas que reclutan y entrenan adeptos, y prosperan en medio de la devastación”.

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