Erbol/PL.- Enclavados en pleno corazón de la Amazonía boliviana viven los yaminahuas, pequeña población indígena que como consecuencia a la agresión de sus territorios, el aislamiento y la lejanía, están expuestos al etnocidio.
El asentamiento está ubicado en el departamento de Pando, provincia de Nicolás Suárez, municipio de Bolpebra, custodiado por el imponente río Acre, límite entre Bolivia y Brasil.
Existen localidades como Puerto Yaminahua, que es la comunidad más importante, a 90 kilómetros de la ciudad de Cobija. También hay pequeños sitios entre los ríos Acre y Yaco, en la región fronteriza con Perú.
Por su baja demografía, tan solo cerca de dos centenares de habitantes, se considera un pueblo vulnerable.
Existen otros riesgos que aumentan el grado de extenuación, como las amenazas de despojo de sus territorios y recursos naturales por parte de terratenientes; además de la constante exposición a enfermedades.
Puerto Yaminahua es una pequeña parte de 25 mil hectáreas de tierras, concedidas bajo la modalidad de Tierras Comunitarias de Origen (TCO). No tiene más de cinco chozas, construidas a un metro de altura de la tierra, para cobijar a una decena de familias que comparten tristezas y alegrías.
POBLACIÓN MILENARIA
Por la lejanía donde se encuentran, los yaminahuas permanecieron al margen de los misioneros europeos durante los siglos XVII y XVIII.
Con el advenimiento del siglo XIX, la región amazónica fue invadida por “gente extraña” que incursionó en la región para explotar la goma, convertida en el insumo principal de la industria del caucho, con el fin de exportarlo a las casas comerciales de Estados Unidos, Europa y Asia.
No se dispone de documentación histórica sobre la región habitada por los yaminahuas, sino a partir de mediados del siglo XIX, en que se realizan las primeras exploraciones.
Sin embargo, es posible asumir que, desde el siglo XVIII, la presencia europea en la cuenca del río Ucayali tuvo efectos indirectos entre la sociedad con el inicio de la circulación de herramientas de metal en las redes interétnicas de intercambio, y la probable diseminación de los virus de la viruela y la influenza, los cuales pueden haber provocado epidemias no registradas y elevada mortalidad.
El primer contacto directo de los yaminahuas con el mundo occidental tuvo lugar a fines del siglo XIX, durante el período de la explotación del caucho.
Según estudios históricos, dicho contacto fue regular y violento, signado de una parte por el rapto de mujeres y niños que se convertirían en esclavos de los patrones y por el asalto de los campamentos caucheros con el objeto de robar hachas, cuchillos, ropa y otros productos de la tecnología occidental.
El efecto inmediato de este contacto inicial fue una drástica caída demográfica.
De manera reciente, aunque en forma todavía marginal, algunos sectores de la sociedad yaminahua participa en la conformación de organizaciones federativas, conjunta con representantes de otros grupos étnicos.
ORGANIZACIÓN SOCIAL
Según explicó el antropólogo Wigberto Rivero, los yaminahuas creen que todos los seres vivientes poseen un alma y que el conjunto de éstas corresponden a dos grandes clases; Roa y Dawa, quienes se oponen y se complementan.
Esta división de todo el mundo viviente en dos grandes categorías opuestas y complementarias -precisó el experto a la publicación digital Pueblos Indígenas, de Bolivia-, enmarca la sencilla estructura de intercambio directo, que es la más englobante representación de la estructura social.
La representación describe a la sociedad como dos grupos diferentes y antagónicos que se encuentran en constante intercambio de mujeres en matrimonio y favores rituales, aclaró.
Los hombres dan a sus hijos varones los nombres de su padre y de los hermanos varones de su padre, las mujeres transmiten el nombre de su madre y de las hermanas de la madre a sus hijas.
De esa manera se da un reciclaje de los dos conjuntos de nombres a través de generaciones alternas.
Los yaminahuas practican la horticultura bajo el sistema de roza y quema en chacras de tipo familiar, siendo el producto repartido colectivamente.
La caza reviste una gran valoración social y es practicada de manera individual o colectiva. La pesca es también de gran importancia.
De igual forma, la recolección ocupa un lugar preponderante en la dieta incluyendo animales menores.
La cosecha de la castaña es una de las principales actividades de los yaminahuas, sin embargo, en algunos casos se ven invadidos por brasileños que con perros irrumpen en sus tierras y se apropian de este producto, uno de los más apreciados en esta parte del país.
Máximo Ayllón, alcalde del municipio Bolpebra, cuenta que se hace lo posible para ayudar a esta población a través de un programa de empleo temporal, el cual, reconoce, no es suficiente.
Ayllón se compromete a buscar alternativas para que esa comunidad no migre más y reflexiona sobre la necesidad de establecer un plan integral de desarrollo cuando se trata de TCO.
Como los yaminahuas, en Bolivia existen muchos otros pueblos indígenas, entre ellos machineri, tacana, cavineño, esse ejjas, guaraní, moxeños, yuqui, yuracaré, mosetenes, lecos y los weenhayek.
APOYO
Bolivia apuesta en la actualidad por un modelo de desarrollo de la Amazonía, con un nuevo rostro, de carácter inclusivo, diversificado y basado en una política que concilie la vocación productiva de la región y la redistribución de tierras.
Ese vasto territorio, rico en biodiversidad, pero abandonado por gobiernos anteriores, abarca cerca del 30 por ciento de la superficie total del país, dividido en tres formaciones forestales: el bosque amazónico, el bosque húmedo de llanura y el bosque húmedo del Escudo Precámbrico.
Comprende los departamentos de Pando y Beni y el norte de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz.
Hasta hace muy poco, la economía de la Amazonía boliviana se basaba en la extracción de materias primas como la madera o la castaña, pero ahora se busca dar sostenibilidad a la región.
Fuente : http://www.eldiario.net/
El asentamiento está ubicado en el departamento de Pando, provincia de Nicolás Suárez, municipio de Bolpebra, custodiado por el imponente río Acre, límite entre Bolivia y Brasil.
Existen localidades como Puerto Yaminahua, que es la comunidad más importante, a 90 kilómetros de la ciudad de Cobija. También hay pequeños sitios entre los ríos Acre y Yaco, en la región fronteriza con Perú.
Por su baja demografía, tan solo cerca de dos centenares de habitantes, se considera un pueblo vulnerable.
Existen otros riesgos que aumentan el grado de extenuación, como las amenazas de despojo de sus territorios y recursos naturales por parte de terratenientes; además de la constante exposición a enfermedades.
Puerto Yaminahua es una pequeña parte de 25 mil hectáreas de tierras, concedidas bajo la modalidad de Tierras Comunitarias de Origen (TCO). No tiene más de cinco chozas, construidas a un metro de altura de la tierra, para cobijar a una decena de familias que comparten tristezas y alegrías.
POBLACIÓN MILENARIA
Por la lejanía donde se encuentran, los yaminahuas permanecieron al margen de los misioneros europeos durante los siglos XVII y XVIII.
Con el advenimiento del siglo XIX, la región amazónica fue invadida por “gente extraña” que incursionó en la región para explotar la goma, convertida en el insumo principal de la industria del caucho, con el fin de exportarlo a las casas comerciales de Estados Unidos, Europa y Asia.
No se dispone de documentación histórica sobre la región habitada por los yaminahuas, sino a partir de mediados del siglo XIX, en que se realizan las primeras exploraciones.
Sin embargo, es posible asumir que, desde el siglo XVIII, la presencia europea en la cuenca del río Ucayali tuvo efectos indirectos entre la sociedad con el inicio de la circulación de herramientas de metal en las redes interétnicas de intercambio, y la probable diseminación de los virus de la viruela y la influenza, los cuales pueden haber provocado epidemias no registradas y elevada mortalidad.
El primer contacto directo de los yaminahuas con el mundo occidental tuvo lugar a fines del siglo XIX, durante el período de la explotación del caucho.
Según estudios históricos, dicho contacto fue regular y violento, signado de una parte por el rapto de mujeres y niños que se convertirían en esclavos de los patrones y por el asalto de los campamentos caucheros con el objeto de robar hachas, cuchillos, ropa y otros productos de la tecnología occidental.
El efecto inmediato de este contacto inicial fue una drástica caída demográfica.
De manera reciente, aunque en forma todavía marginal, algunos sectores de la sociedad yaminahua participa en la conformación de organizaciones federativas, conjunta con representantes de otros grupos étnicos.
ORGANIZACIÓN SOCIAL
Según explicó el antropólogo Wigberto Rivero, los yaminahuas creen que todos los seres vivientes poseen un alma y que el conjunto de éstas corresponden a dos grandes clases; Roa y Dawa, quienes se oponen y se complementan.
Esta división de todo el mundo viviente en dos grandes categorías opuestas y complementarias -precisó el experto a la publicación digital Pueblos Indígenas, de Bolivia-, enmarca la sencilla estructura de intercambio directo, que es la más englobante representación de la estructura social.
La representación describe a la sociedad como dos grupos diferentes y antagónicos que se encuentran en constante intercambio de mujeres en matrimonio y favores rituales, aclaró.
Los hombres dan a sus hijos varones los nombres de su padre y de los hermanos varones de su padre, las mujeres transmiten el nombre de su madre y de las hermanas de la madre a sus hijas.
De esa manera se da un reciclaje de los dos conjuntos de nombres a través de generaciones alternas.
Los yaminahuas practican la horticultura bajo el sistema de roza y quema en chacras de tipo familiar, siendo el producto repartido colectivamente.
La caza reviste una gran valoración social y es practicada de manera individual o colectiva. La pesca es también de gran importancia.
De igual forma, la recolección ocupa un lugar preponderante en la dieta incluyendo animales menores.
La cosecha de la castaña es una de las principales actividades de los yaminahuas, sin embargo, en algunos casos se ven invadidos por brasileños que con perros irrumpen en sus tierras y se apropian de este producto, uno de los más apreciados en esta parte del país.
Máximo Ayllón, alcalde del municipio Bolpebra, cuenta que se hace lo posible para ayudar a esta población a través de un programa de empleo temporal, el cual, reconoce, no es suficiente.
Ayllón se compromete a buscar alternativas para que esa comunidad no migre más y reflexiona sobre la necesidad de establecer un plan integral de desarrollo cuando se trata de TCO.
Como los yaminahuas, en Bolivia existen muchos otros pueblos indígenas, entre ellos machineri, tacana, cavineño, esse ejjas, guaraní, moxeños, yuqui, yuracaré, mosetenes, lecos y los weenhayek.
APOYO
Bolivia apuesta en la actualidad por un modelo de desarrollo de la Amazonía, con un nuevo rostro, de carácter inclusivo, diversificado y basado en una política que concilie la vocación productiva de la región y la redistribución de tierras.
Ese vasto territorio, rico en biodiversidad, pero abandonado por gobiernos anteriores, abarca cerca del 30 por ciento de la superficie total del país, dividido en tres formaciones forestales: el bosque amazónico, el bosque húmedo de llanura y el bosque húmedo del Escudo Precámbrico.
Comprende los departamentos de Pando y Beni y el norte de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz.
Hasta hace muy poco, la economía de la Amazonía boliviana se basaba en la extracción de materias primas como la madera o la castaña, pero ahora se busca dar sostenibilidad a la región.
Fuente : http://www.eldiario.net/
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