Se trata de una tecnología denominada “Agricultura de Precisión” o “Manejo de Sitio Específico” que empezó a utilizarse en forma extendida en otras áreas productivas del país, no así en la región noreste, y que trabaja identificando las propiedades del suelo en lotes en base a cuadrículas de una hectárea o media hectárea.
Dicha innovación surgió en vista a que los rendimientos de los cultivos varían espacialmente y en forma diversa producto de la interacción entre factores ambientales y las acciones del hombre. Algunos de esos factores que regulan la producción son los niveles de materia orgánica, fósforo, potasio y estado de compactación entre otros, variabilidad que provoca que no se logren muchas veces los rendimientos esperados o que se haga un excesivo o indebido uso de agroquímicos para fertilizar las plantaciones.
Ante esta “heterogeneidad” de los suelos en pequeños espacios, los investigadores consideraron factible la instrumentación de la agricultura de precisión como herramienta que traiga beneficios económicos y de uso adecuado del suelo.
La técnica consiste en utilizar un monitor de rendimiento instalado en una cosechadora que en base a los rendimientos predice las propiedades del suelo en distintos puntos de estudio, relevamiento que luego permite realizar un mapa de sectores donde se identifican las áreas con características homogéneas y las heterogéneas.
Esa información permite que luego se pueda realizar en forma variable la siembra, mediante una sembradora equipada con una lectora en la que se carga el mapa de datos y así la máquina va distribuyendo las semillas y los fertilizantes de acuerdo a las características o propiedades de cada lote en particular, logrando un manejo sustentable del ambiente.
Implementación
“Hemos encontrados terrenos con hasta tres tipos de ambientes en un mismo lote y con una variabilidad muy elevada de propiedades entre cada tipo de ambiente” explicó Crispín Venialgo, investigador de la Cátedra de Manejo y Conservación de Suelos de la Facultad de Ciencias Agrarias.
Según el profesional, las observaciones y experimentaciones realizadas en campos de la región demuestran que se trata de una tecnología muy adecuada para esta zona del país, y que redundaría en incrementar y mejorar la productividad, y en controlar el aporte de agroquímicos al suelo.
“Las aplicaciones de insumos como fertilizantes y agroquímicos deben realizarse en función del potencial de rendimiento de los lotes, lo que requiere de la delimitación de zonas de productividad homogénea a nivel de lote” señaló Venialgo.
Resaltó que la información generada sirve como sustento para tomar las decisiones técnicas de manejo del cultivo, tanto como predicción de lo que se cultivará como el cuidado del suelo.
El investigador señaló que esta innovación tecnológica requiere de asesoramiento profesional debido a la precisión que se requiere en los datos a recabar así como en las decisiones que se deben tomar con los datos que se obtienen, aunque señaló que confían en que se pueda transformar en una herramienta expandida entre los productores.
Esta nueva tecnología (AP) surgió en Estados Unidos y se empezó a instrumentar nuestra región en el año 1995, de la mano del INTA, con la finalidad de mejorar la productividad, calidad y consistencia de los cultivos, pero aún la difusión de la técnica no se expandió en la región.
No es una herramienta de alcance sólo a los grandes productores sino que cualquier emprendimiento productivo puede instrumentarla, incluso hay empresas de servicios dedicadas a realizar los relevamientos.
Este grupo de investigadores encabezados por Crispín Venialgo en su oportunidad trabajó en el diseño del primer Mapa de Riesgo Agroclimático de la región, una herramienta que brinda información sobre áreas en dónde, como consecuencia de la inestabilidad climática, no es convenientes encarar emprendimientos productivos agropecuarios.
Ese mapa señala la susceptibilidad de determinadas áreas geográficas de ser afectadas por un exceso o déficit de lluvias, que en combinación con las características del suelo generan un riesgo para la producción.
Tanto se el mapa de riesgo como la agricultura de precisión “contribuyen a que el productor sepa de antemano las posibilidades de que su proyecto fructifique”, según explicó el profesional.
“La Cátedra de Manejo y Conservación de Suelos apuesta a generar conocimiento transferible para aportar seguridad al sector productivo y que en tal sentido trabaja en producir información necesaria para predecir la viabilidad de los emprendimientos productivos” finalizó.
Fuente : http://www.momarandu.com/amanoticias.php?a=7&b=0&c=95252
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